(Basado en textos creados por
HAZTE-OIR.org)
Viernes 7 de
marzo
Querido diario:
Nunca escribiré un diario.
Los niños perdidos no escribimos diarios.
¿A quién interesa lo que le pasa a un niño
perdido para siempre?
Mi historia es que no tengo historia.
Esta voz no es la mía, porque yo no tengo
voz.
Soy el expulsado de la historia.
Soy al que le apagan la voz.
Soy el que va a nacer y no nace.
Soy el que se perderá en último lugar, para que
ningún otro vuelva a perderse.
Soy el que no llegará a tiempo, la gota de
sangre que colmará todos los sumideros.
Soy el último niño perdido justo antes de
abolirse el aborto en el mundo.
Si me escuchas, si estás leyendo mi diario, si soy real para
ti, es porque
otros hablan por mí y escriben mi historia
para que llegue el día en que no habrá más niños perdidos.
Sábado 8 de
marzo
Querido diario:
Si no fuera porque voy a ser el último niño
perdido de la historia de la
Humanidad ,
si no fuera porque mi historia tiene que tocar
fondo
para que pueda salvarse el niño que viene
detrás de mí,
me gustaría nacer sólo para poder leer el
cuento de Carlo Collodi
y ver la película de Steven Spielberg
sobre esa criatura…… (¿Niño? ¿Humano?)…….que,
después
de perderse,
busca a su madre con un instinto más fuerte
que todas sus células y circuitos biónicos.
Aunque, pensándolo mejor, quizá todos los
niños perdidos tenemos
un hada azul que hace el milagro.
Tal vez las hadas azules de los niños que un
día serán rescatados,
los niños que vivirán y serán amados y leerán
Pinocho,
son personas sencillas, emprendedoras,
generosas y no muy conscientes de sus super poderes.
Domingo 9 de
marzo
Querido diario:
Tú me has creado. De no ser por ti, yo no
sería el último.
Otros después de mí seguirían perdiéndose,
igual que millones más fueron borrados
antes de mí.
El aborto no acabaría nunca.
Al nombrarme, al escribir mi historia (ya que yo no podré hacerlo),
no sólo creas al último ser humano abortado
con deliberada violencia,
no sólo sueñas a todos los niños que
vivirán,
sino que reconoces también a todos y cada
uno de los niños suprimidos antes que yo.
Les das una historia, un significado.
Ser el último es ser testigo.
Mi historia no es sólo la del último niño
perdido.
Es la historia de la abolición del aborto.
La historia del triunfo de la vida sobre la
muerte;
del cuidado de los otros sobre la violencia.
Ya
ha comenzado a escribirse y no se detendrá.
Sus
páginas son entradas de un diario escrito por cada hombre y cada mujer que
hacen algo,
a
cualquier hora y en cualquier lugar del mundo,
por
la derogación de las leyes
que
convierten el aborto en un derecho.
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