En recuerdo de mi Madre
No sabemos de
donde venimos …. de que lejano “anterior”
hemos sido lanzados a esta existencia.
Y, por
supuesto, tampoco sabemos adonde vamos: ninguna rama de la ciencia nos ha dado,
ni intentado darnos, ninguna idea, (menos
aún, certeza,) acerca del lugar, (si
es que existe), al que nuestra mente, o nuestra inteligencia, o nuestro Ser,
todo él, o, en fin, nuestra totalidad intangible se dirige, tras el final de la
existencia de nuestro cuerpo, que es lo único de lo que tenemos conocimiento y
consciencia, lo único que tangiblemente vemos, tocamos y sentimos.
Pero todos
nosotros, sin excepción, no solo sabemos, sino tenemos la certeza acerca "de quien
venimos directamente”…… quien nos trajo a este planeta, a esta ciudad
concreta, a esta familia, a este lugar.
Y de ello
tenemos una “cicatriz”
que nos acompaña y nos acompañará toda nuestra vida, como muestra patente de
ello:
Llevamos encima en la parte anterior de la cintura, en el llamado “ombligo” la cicatriz del corte que
alguien le dio al cordón umbilical que nos unía a una persona, a la mujer que
nos trajo a la vida, esa persona única, inigualable, especial y esencial para
nuestra existencia: nuestra madre.
¡Hermosa
cicatriz que nos une y nos unirá siempre, en vida o en el recuerdo, a esa
persona: nuestra madre!
Por eso la
madre de cada uno de nosotros es una persona sin igual, insustituible, ………y, ÚNICA.
¿Qué
se puede decir de una madre?
¿Cómo
se puede alabar a una madre?
¿Como
se puede admirar a una madre?
¿Cómo
se puede honrar a una madre?
Y si nos ha
precedido en el camino a través de esta vida:
¿Cómo
se puede recordar a una madre?
No es fácil contestar con
palabras. En realidad es muy difícil. Realmente imposible. Acudamos a los
sentimientos:
¡ Solamente podemos expresar algo en el AMOR por ella !
Eso podría
ser una respuesta adecuada a tantos interrogantes.
¿Cómo se puede
expresar y agradecer que nuestra madre nos haya albergado en su propio interior
durante nueve meses …….?
Nos ha
alimentado, nos ha dado calor, ternura, afecto …. hemos vivido
inconscientemente, (¿o quizás no tan
inconscientemente?), sus alegrías, sus preocupaciones, sus cuidados, sus
privaciones, sus inquietudes, sus ilusiones……….¡Sus
esperanzas!
Quizás por eso,
por causa de abandonar nuestro primer, cálido y confortable hogar, el
interior de nuestra madre, es por lo que cuando nos sacan de él, lo
primero que hacemos es llorar ante el desolado mundo en el que nos sentimos abandonados
y aislados…...y solo callamos cuando nos acogen de inmediato los brazos de esa
mujer y sentimos de nuevo ese constante y conocido tic-tac de su corazón……que
hasta entonces ha actuado como nuestro corazón.
Nuestro primer
hogar ha sido su propio cuerpo, su interior…..su propia mente, sus pensamientos
y reflexiones. Todo lo ha compartido con nosotros, a cambio de nada, sin
esperar nada……salvo algo tan grande como traer al mundo a otra persona, a su
hija o a su hijo.
Una pequeñez
inicial, un ser muy menudo……..pero todo un proyecto de vida, un plan de
realización cuyo desarrollo nadie conocía en aquel primer momento, en que un
bisturí, o unas simples tijeras, nos produjeron aquella primera cicatriz en
nuestro cuerpo, cicatriz que nos acompaña y nos acompañará toda nuestra vida.
Hermosa y extraña cicatriz que nos unirá para siempre
a la primera persona que nos AMÓ
y sufrió por nosotros.
y gozó con nosotros:
¡ NUESTRA MADRE !
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