Bienvenido al Blog de Pascual Hurtado



miércoles, 16 de octubre de 2013

ROMPER la INDIFERENCIA




UN TEXTO EXTRAORDINARIAMENTE LÚCIDO

de José Antonio Pagola


Según Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.


Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.


El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.


No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.


No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta:

Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.


Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie.


Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. 
Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. 


No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.


El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos 


cada vez más insensibles 
a los sufrimientos de los abandonados, 


sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna 
y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.


Lucha contra la indiferencia



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lunes, 7 de octubre de 2013

La HUMILDAD de JESÚS de Nazaret





Al ver JESÚS que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la orilla de enfrente. Se le acercó un letrado y le dijo:

—Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
 
JESÚS le respondió:

—Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos,
        pero yo no tengo donde reclinar la cabeza.  
                                                                                                           
       (Mateo, 8, 18-20)

Humilde en sus comienzos
Toda una vida de humildad
Humildad hasta el final


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1. Humilde desde el comienzo

¿Era JESÚS pobre?  No.
¿Era humilde?  Si.
 
Sus padres eran gente sencilla, modesta, del pueblo.
 
Ya su nacimiento tuvo lugar en un entorno de extrema humildad, en una cuadra, en un pesebre, donde habitan los animales del campo:
 

…………José y María subieron desde la ciudad de Nazaret, en Galilea,
hasta Belén.
 
Estando allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito.
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
 
                        porque no encontraron sitio en la posada.
(Mateo, 1, 18-25)
 

¡¡No había sitio en la posada!!
El texto no dice que no pudieran pagar el alojamiento.
Dice solamente que “no había sitio en la posada”


Quizás había por entonces mucha gente en camino, debido a la orden de empadronamiento dada por la autoridad romana, u otras razones similares. El caso es que no encontraron sitio en la posada. No eran pobres. Pero tampoco eran ricos. Lo que suele ocurrir es que, en circunstancias similares,
 
¡Los ricos siempre encuentran soluciones alternativas!


 
José y Maria no tuvieron otra oportunidad, de manera que JESÚS nació así de humildemente.
 

Los padres de JESÚS no eran pobres. Vivian en un pueblo llamado Nazaret y tenían casa propia…….o al menos habitaban en una casa. El padre, José, era carpintero, tenía una profesión, tenía trabajo. Se ganaba el sustento de la familia con un sencillo trabajo. Parece que era “el carpintero del pueblo”:
 





“¿De donde saca éste ese saber y esos milagros?
¿No es el hijo de José el carpintero?
¿No es el carpintero?
Si su madre es María…………..
 
JESÚS les dijo:
 
 —Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa, desprecian a un profeta.
(Marcos, 6, 1-6)


JESÚS era, pues, bien conocido en su pueblo, aunque los suyos lo vieran solamente como a ese humilde   “hijo del carpintero”………..¡¡que no puede dar más de sí!!

Realmente: ¡¡Nadie es profeta en su tierra!!
 
 

Aunque posteriormente se pone de manifiesto el profundo conocimiento que JESÚS tenía de las Escrituras de la Religión y de las Tradiciones de los judíos, nada se dice en sus biografías acerca de que recibiese una formación especialmente selecta. Es natural que siguiese la profesión de su padre, que primero fuese aprendiz y posteriormente recogiese toda la experiencia y la clientela de José, como carpintero.
 


Y así le reconocieron sus paisanos posteriormente.

De estos años de adolescencia y juventud solamente tres líneas en la biografía:
 
 

…………..“Cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor
se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba”.
(Lucas, 2, 39-40)
 




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2. Toda una vida de humildad


Cuando JESÚS dejó la casa de sus padres y comenzó a viajar por las tierras de Israel, parece ser que tenía en torno a 30 años,
 
“………….Este era JESÚS, que al empezar tenía treinta años, y se pensaba que era hijo de José…………..”
(Lucas, 3, 23-38)
 

Al iniciar su actividad pública, no parece que llevara especial equipaje, y cuando comenzó a formarse en torno suyo un grupo de amigos, cercanos y seguidores, tampoco parece que pasara necesidad ni que le sobrara de nada.
 
En todo caso, uno de los discípulos llevaba la “administración”, luego algo habría que administrar:




JESÚS le dijo entonces:

 
 “Lo que vas a hacer hazlo en seguida”
 
Ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
 
Como Judas tenía la bolsa, supusieron algunos que JESÚS
le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
 
Judas tomó el pan y salió inmediatamente.
 
Era de noche.

 
 
Sea como fuere, JESÚS no tenía casa propia, como él mismo afirma y advierte a los que le siguen:
 
Al ver JESÚS que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la orilla de enfrente. Se le acercó un letrado y le dijo:
 
—Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
 
JESÚS le respondió:
 
—Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero yo no tengo donde reclinar la cabeza.  
(Lucas, 9, 57-58)
 
 
Puede ser que alguno de sus seguidores siguiese trabajando, al menos parcialmente, y pudiesen proveer al grupo de los requisitos para mantenerse. Hay constancia en la biografía de JESÚS de que
los más allegados, algunos de los doce más cercanos, se echaban a la mar para pescar, pues esta era su profesión antes de dejarlo todo y seguirle.

Hay un par de pasajes en los que se comprueba la escasez de medios del grupo y la humildad de JESÚS y sus seguidores.

Cuando en cierta ocasión le ha seguido un gran gentío para escuchar sus enseñanzas y cae la tarde, JESÚS piensa que deben estar cansados y hambrientos y dice a sus discípulos que les den de comer.

Ellos quedan atónitos, pues no saben qué quiere decir el Maestro, ya que se trata de unas 5000 personas a las que, supuestamente, JESÚS quiere dar de comer:
 

 
Uno de aquellos días, como había otra vez mucha gente y no tenían qué comer, JESÚS llamó a sus discípulos y les dijo:
 
—Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo, no tienen qué comer; y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Algunos además han venido de lejos.
 
Le replicaron sus discípulos:

—Y ¿de dónde se puede sacar pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?
 
El les preguntó:
 
 ¿Cuántos panes tenéis?
 
Contestaron:
—Siete…….y algunos peces.
(Mateo 15, 32-39)
 
Y también en otra de las biografías:
 

“……….El les replicó:
 
—Dadles vosotros de comer.
 
Le contestaron:
 
— ¡Haría falta medio año de jornal para darles de comer!
(Mateo 14, 13-23)
 
                     
 Pero de esto hablaremos más adelante.
 
       Hasta aquí nos ha interesado reflejar solamente la escasez de medios económicos de JESÚS, evidenciando su humildad a lo largo de los años de su actividad pública.
 
 
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3. Humildad hasta el final




JESÚS no tuvo nada en propiedad y nada dejó en herencia.
 
Al final de su vida no tenía nada, ni siquiera contaba con los amigos que le seguían y tanto le querían.
 
Cuando las autoridades religiosas del templo fueron a arrestarle y prenderle en medio de la noche y de la oscuridad, los que estaban con él en el Huerto de los Olivos adonde se había retirado a orar, le abandonaron en masa:
 
Por miedo a posibles represalias, todos desaparecieron:
 

— ¡Con machetes y palos habéis salido a prenderme como si fuera un bandido! Todos los días estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me detuvisteis.
 
En aquel momento, todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
(Mateo 26, 47-56)
 

¡Que amarga actualidad tiene este pasaje!
¡¡Cuando a uno le van mal las cosas….que pocos quedan a su lado!!
 
            Incluso Pedro, supuestamente su segundo en el grupo, aquel que llevaba la voz cantante de los seguidores, que preguntaba y respondía a JESÚS en nombre de los doce, ese mismo, que muy pronto iba a negarle la amistad por tres veces, venciendo en él el instinto de conservación, o la cobardía, o el miedo……..:
 

…..Tú también eres de ellos, seguro; se te nota en el habla.
 
Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar:
 
     ¡No conozco a ese hombre!
(Mateo 26, 57-58)
 
 
           Pues ese Pedro, que después lloraría, casi inmediatamente, al recordar que el Maestro le había predicho que negaría su amistad,…..ese Pedro también le abandonó cuando le apresaron….y le seguía de lejos, solo de lejos…..por si acaso:
 

“…….Lo detuvieron y se lo llevaron. Lo condujeron a casa del sumo sacerdote, y Pedro le seguía de lejos”.
(Mateo 26, 57-58)
 
 


             Tan solo algunas mujeres y su mejor amigo, JUAN, parece que le siguieron en su recorrido desde el palacio del Cónsul Romano, Poncio Pilato, en donde fue juzgado, (¡¡Farsa de juicio!!), y condenado a muerte, hasta el lugar en el que fue crucificado y se mantuvieron allí hasta el final.
 

¡¡Las mujeres siempre, a lo largo de la historia,
han sido más valientes que los hombres!!
 
 
Cuando llegó el final, la muerte en la cruz, JESÚS apenas tenía algo: sus ropas y una túnica.
Una única túnica.
 
Pues eso también se lo quitaron los soldados que le habían clavado manos y pies al madero:


Se lo repartieron…. y la túnica, quizás lo más apreciado, como solo tenía una, la sortearon entre ellos:
 

Cuando crucificaron a JESÚS, los soldados repartieron su ropa
en cuatro lotes, uno para cada uno, dejando aparte la túnica.
Era una túnica sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.
 
Los soldados se dijeron:
 
Mejor que dividirla en pedazos la echaremos a suerte,
          a ver  a quién le toca.
(Mateo 27, 32-44)


Pero por si faltaba algo, el biógrafo nos narra en dos líneas lo último que perdió JESÚS, incluso después de muerto: ¡¡las últimas gotas de sangre….!!:
 

“……….Fueron los soldados y les quebraron las piernas, primero a un crucificado y luego al otro. Pero al llegar a JESÚS, viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas. En cambio un soldado le traspasó el costado con una lanza. E inmediatamente salió sangre y agua.”
(Juan, 19,31-37)
 
 
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            ¡Al final no tenía nada!

Verdaderamente ¿No tenía nada?
 
Si. Algo le quedaba………..¡Alguien!
 
Alguien que probablemente nunca nos abandona ni nos falla a los humanos.



¡¡Allí, a los pies de la cruz estaba su Madre!!


Y JESÚS, consciente de esa presencia en medio de su agonía, aún se ocupó de ella y no quiso dejarla desamparada.



En medio de su agonía, próxima la muerte por asfixia en la cruz, JESÚS tuvo la tierna lucidez de dejar a su Madre bajo la custodia de su mejor amigo:
 

Estaban junto a la cruz de JESÚS su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena.
 
Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo JESÚS:
                            
 —Mujer, ése es tu hijo.
 
Y luego al discípulo:
 
               —Esa es tu madre
 
Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa.
(Mateo 27, 32-44)
 


Y esto es todo.
Así acabó este drama.



 
 
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Así fue.



Al menos podemos asegurar que así fue escrita la figura de JESÚS en relación con la posesión de bienes y propiedades.
 
           No dejó nada en herencia. Ni siquiera objetos sencillos propios, que todos tenemos.
           Ni su propia ropa, por humilde que fuese.
 


Pero, reflexionemos:
 
Realmente  ¿No dejó nada?
 
 
Eso creían probablemente, y no sin razón, los que le vieron morir y los que le despojaron de todo.
 
 
Pero no.        JESÚS si que dejó algo, y mucho.
 
Dejó en herencia el testimonio de una vida entregada totalmente a enseñar el bien, a hacer Él mismo el bien y dejó un mensaje de amor y esperanza para toda la humanidad.
 
 

Fruto de esa herencia y a la vez prueba de ella es que hoy, hoy mismo, en estos momentos, dos mil años después de finalizar el drama de su vida humana, no podemos menos que sorprendernos, admirarnos e interrogarnos, por limitada que sea nuestra sensibilidad o simplemente curiosidad,
 
 
A consecuencia de los cientos de miles y millones de personas de buena voluntad que a lo largo de todo el mundo, (hoy y a través de la historia de estos dos mil años), en el llamado primer mundo pero especialmente en el tercer mundo, abarrotado de pobres y marginados, es decir, en la cercanía de los “desheredados”, dedican y entregan su vida a darse a los demás en nombre de ese JESÚS de NAZARET, siguiendo su mensaje y cumpliendo su encargo:
 

 
“………Id por todo el mundo, por todas las naciones pregonando
la “buena noticia” a toda la humanidad……………”
 
“………….Id y haced discípulos en todas las naciones………”
(Mateo 28, 16-20)
 
 

y la gran promesa, cuya realidad está probablemente en la base de la fortaleza de toda esa inmensa multitud de seguidores actuales:
 

“……….porque yo estaré con vosotros cada día, todos los días,
hasta el final de los tiempos, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28, 16-20)
 



 
Con esta sencilla frase termina la biografía de JESÚS de Nazaret, narrada por Mateo.
 
 

De la misma manera que muchos de nosotros, cuando nos interesa algo, cuando nos atrapa profundamente la lectura de un libro, una novela o una biografía, tenemos la tentación de ir al final…..para ver como termina, así yo he ido a la última página y al último párrafo de la biografía de JESÚS……….y a partir de ahí, todavía más intrigado, he comenzado una relectura nueva, lenta, minuciosa y repetida, intentando descubrir la esencia de la vida de este hombre, sus rasgos, sus objetivos, sus motivos, su misterio……. a la vez que admirándome de la sorprendente grandeza de sus dichos y de sus hechos.
 
 
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Y sigo el análisis y la búsqueda, no sin reconocer ya desde ahora que aquel hombre, humilde y sencillo, como pone de manifiesto su biografía en la parte analizada aquí y ahora, aquel hombre admirable y sorprendente, a la vez que misterioso por todo lo que hizo y dijo, como iremos viendo, aquel fracasado de la cruz…..ha pasado a la Historia.
 
 
A través de la desnudez de su muerte en la cruz
JESÚS de NAZARET

el Hijo de DIOS, DIOS mismo,
entró para siempre en la Historia de la Humanidad.
 
 
 
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domingo, 6 de octubre de 2013

Los DIÁLOGOS EXTREMOS





Se dice que detrás de cada gran hombre, de un hombre importante, de un triunfador, famoso, aquel que es o ha sido “alguien” en la vida, hay una mujer, que le empuja, que le orienta, que es la base y el fundamento del éxito.

Yo no se si esa afirmación está suficientemente comprobada y es universal. No tengo la menor estadística para apoyarla o no. Pero, ahí está, como otras tantas cosas que se extienden y se institucionalizan.

Lo que si es bien cierto es que delante, antes de cada persona, hombre o mujer, siempre ha habido una mujer especial, importante, única: la madre. Todos los humanos hemos tenido una madre que vino al mundo antes que nosotros y nosotros hemos venido al mundo gracias a ella…..con la ayuda, naturalmente, de un padre.

Pero la madre nos ha llevado dentro.


Es cierto que la madre nos ha precedido en la vida y también es bastante frecuente, o mejor, muy frecuente, que la madre “se va”, deja la vida, antes que el hijo. Es ley de vida: una generación tras otra, generalmente.

Pues bien: no es precisamente éste el caso de JESÚS de NAZARET:

Tuvo una madre, cierto.
Cierto que la madre le precedió.
Pero, ¡ay!, también es cierto que JESÚS murió antes que su madre, y que murió en presencia de ella, y de una muerte trágica, consecuencia de una tremenda injusticia, un auténtico asesinato premeditado, organizado, incluso “legalizado” según la atroz ley judaica.


El sumo sacerdote reanudó el interrogatorio preguntándole:

¡ Te conjuro por Dios vivo a que nos digas
si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!

JESÚS contestó:

-Sí, yo soy.

EI sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:

-Ha blasfemado, ¿que falta hacen mas testigos?
Acabáis de oír la blasfemia, ¿Que decidís?

Contestaron ellos:

-Pena de muerte.
(Mateo, 26, 57-68)

Y también es cierto que ya deshecho, desangrado por la cabeza, pies y manos y por el costado, esa madre fue la primera persona en recoger el cuerpo inerte del Maestro para darle sepultura.




Pues bien: sobre esa madre, llamada MARÍA, y sobre lo que de ella se recoge en los Evangelios, es lo que pretendemos analizar aquí:

·        ¿Cómo era aquella mujer?
·        ¿Cómo desarrolló su papel de madre en dos momentos clave?
·        ¿Cómo viviría y soportaría la evolución del drama de su hijo y su trágico final?


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La primera realidad que nos llama la atención en la comunicación Madre/Hijo, es que en los dos extremos de la trayectoria vital de JESÚS, su nacimiento y su muerte, está presente la relación entre ellos: en ambos casos existe un breve diálogo, comunicación, intercambio de sensibilidades. JESÚS se comunica con su madre en ambas circunstancias.



Veamos:

El principio y el fin de JESÚS están íntimamente vinculados a su Madre.

En el primer caso, en el origen, en el nacimiento, la cosa no es nada extraña, es normal y habitual en la casi totalidad de la vida humana.

En el otro extremo, la muerte, la situación ya es más insólita, especialmente en alguien que muere ajusticiado, en presencia de mucha gente y custodiado por soldados.

Pero entre ambas comunicaciones hay un abismo de sentimientos.



El nacimiento de JESÚS sería como habitualmente ocurre:

El niño, ya crecido dentro de la madre, desea la vida, necesita salir a la luz.

La madre tiene dolores, sufre,…….pero está deseando el acontecimiento.


El niño nace…..y naturalmente, llora. Está abandonando su “hogar”, un lugar cálido
en el que se ha ido formando….y sin saber cómo, brota a un mundo nuevo, aparentemente hostil.



Pero, muy pronto, está en otro mundo igualmente cálido, conocido, acogedor, ¡si es casi el mismo! ¡Es conocido….! Está en brazos de alguien, alguien que no es extraño….la situación es incluso mejor que antes, y prueba de ello es que el niño deja muy prontamente de llorar, se le colorean los mofletes y entra generalmente en un plácido sueño, reparador del cansancio por el esfuerzo realizado.





Tras los dolores del parto, la ansiedad, la angustia, el inevitable miedo de que algo salga mal….mezclado todo ello con los esfuerzos para ayudar al niño a ver la luz, tras todo ello y una vez comprobado el feliz resultado, al acoger al bebé en sus brazos, también viene el sosiego, el semblante de la madre, ya relajado, refleja una nueva felicidad derivada de todo ello y esencialmente de ”ser madre”.


Un proceso bastante sencillo y hermoso: dolor y esfuerzo…..y después, paz y felicidad.


Nosotros hemos sido padres y no sabría describir igualmente esos momentos. Pero yo, el padre, he estado presente en el nacimiento de mis hijos. Y las cosas pasan aproximadamente como las he descrito y como habrán visto y sentido, en general,  todos los que en el mundo han sido.


A esto hemos querido llamar aquí “el primer dialogo” entre madre e hijo, aunque no tenga lugar mediante palabras. Es una sencilla comunicación que no necesita mayor expresión.


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Imaginamos que esto es, más o menos, lo que ocurriría entre MARÍA y JESÚS.


En conclusión lo que queríamos expresar es que este primer diálogo fue un paso del dolor,
“los dolores del parto”
a la alegría y a la paz interior mutua.


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Pero, atención, todo lo contrario respecto del último dialogo:


allí se pasó del dolor, del sufrimiento a la muerte del hijo y
a la aflicción, desolación y tristeza de la madre.


El arco de la vida de JESÚS se desarrolla entre estos dos momentos:


Su “llegada” a los brazos cálidos, amorosos y acogedores de su madre,……y la “salida” elevado en la cruz, aborrecido, odiado y escarnecido por sus verdugos, y su madre “rota” al pie del madero. 

En este final de la tragedia, el dolor de la madre no va seguido de la paz y felicidad presente en su nacimiento, en su “llegada”. Aquí no parece haber sitio más que para el dolor, la tristeza sin límites, quizás la desesperanza, y, por supuesto, la incomprensión ante el por qué de esa atrocidad con su hijo.



Ya lo había pronosticado el anciano Simeón:


Cuando llegó el tiempo de que se purificasen, conforme a la Ley de Moisés, llevaron a JESÚS al Templo de Jerusalén para presentarlo al Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un cierto Simeón, hombre honrado y piadoso. El Espíritu Santo estaba con él y le había avisado que no moriría sin ver al Mesías del Señor.

Impulsado por él Espíritu, fue al templo.

Simeón tomó al niño en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:

Ahora, Señor, según tu promesa, despides a tu siervo en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador……..

……y dijo a María, su madre:

-Mira: éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten.
Será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón.
(Lucas, 2, 22-40)



¿Era para esto para lo que le anunció el ángel que era la elegida?

¿Podemos imaginar lo que sentiría MARÍA a los pies de la cruz…….
experimentando en sí misma la agonía del hijo?

…..una espada te traspasará el corazón”



Y, de repente, las palabras del hijo, el diálogo final, que no es sino un monólogo del Maestro, pues nadie respondió a sus palabras, y menos su madre, a quien le sería imposible emitir palabra alguna:


Estaban junto a la cruz de JESÚS su madre, la hermana de su madre María de Cleofás y María Magdalena.

Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo JESÚS:

—Mujer, ése es tu hijo.

Y luego al discípulo:

—Esa es tu madre

Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa.
(Juan, 19, 17-27))


JESÚS tiene las últimas palabras, la mínima energía que le queda, para preocuparse por su Madre y encomendarla a Juan. Es la despedida.


Este es el que llamamos el “último diálogo”.




E inmediatamente después, la muerte:


Después de esto, sabiendo JESÚS que todo estaba terminado, y para que se cumpliese la  Escritura, dijo:

-Tengo sed.

Había allí un jarro con vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada en vinagre, se la acercaron a la boca. Cuando tomó el vinagre dijo JESÚS:

-Todo está terminado.

Y, reclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(Juan, 19, 28-30)


Difícil de imaginar la rotura del corazón de la Madre al recibir en sus brazos el cuerpo del hijo desnudo, (como al principio), roto, inerte, completamente diferente al bebé que 33 años antes había tenido asimismo en sus brazos.

Tremenda paradoja de la vida de un hombre, entre un principio y un fin, y en medio los años de una vida “HACIENDO EL BIEN” (Carta de Pablo)……¿Para qué?.....podría preguntarse la madre. ¿Tendría para ella alguna explicación, alguna justificación, algún sentido?


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Dos momentos extremos, dos sensaciones, dos diálogos.

Primer dialogo: sin palabras.
Último dialogo: también sin palabras.


Entre estos dos momentos o incluso entre estas dos “sensaciones” de la madre, bien diferentes entre si, el bebé lleno de vida en sus brazos y el desolador final, el hijo-hombre inerte también en sus brazos, hay todo un recorrido, el de la biografía de JESÚS, en la que aparecen muy pocas referencias a su madre, por supuesto infinitamente menos de las que toda una vida entre madre e hijo pueden dar de si.


Los Evangelios son breves, escuetos, parcos, lacónicos y diríamos que, a veces, hasta un poco “secos”.


En nuestro libro:



 Hemos recorrido los escasos pasajes en los que se habla de MARÍA,  intentando descubrir lo que de esta Madre se puede encontrar ahí.



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Nos vamos a permitir un breve final.



Hace unos días llegó a nuestro ordenador un correo enviado por una buena amiga del Blog: nos adjuntaba una magnífica presentación, (Microsoft power point), sobre la escultura “LA PIEDAD” de Miguel Ángel, que se conserva en la Basílica de San Pedro en Roma. Esta extraordinaria obra, que en realidad es un “descendimiento” de JESÚS, muestra el cuerpo inerte y yaciente del hijo, recién bajado de la cruz y recogido en brazos de la madre.

No nos resistimos a invitaros acceder a esta presentación, (música e imágenes), y contemplarlo antes de seguir adelante.

Para ello, pinchad en 

La Piedad de Miguel Ángel


Y después el VIDEO lo tienes abajo, a la izquierda, como un pps o documento ADJUNTO.









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