En los próximos
artículos voy a analizar sucintamente algunos aspectos que permitan hacerse una
idea, aunque provisional o apresurada, que pueda responder a las preguntas
siguientes:
¿Cómo
fue JESÚS de NAZARET?
¿Cómo
fue su vida?
En sus dos / tres últimos años de existencia:
¿A
que destinó su actividad?
¿A
que se dedicaba día a día?
y si se me permite la pregunta:
¿Qué profesión, ocupación o función
ejercía?
Estimo
que hay que leer mucho de su biografía para conocer todos los aspectos
planteados en estas preguntas, que, de una forma u otra pueden estar
respondidas ampliamente en los Evangelios. De ello trataremos en estos próximos
artículos o reflexiones.
De
lo que he leído hasta hoy aquí puedo tener
ya alguna respuesta.
Me
limitaré aquí y ahora a resaltar brevemente una “Ocupación” desde el punto de vista humano.
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1.
JESÚS, el MAESTRO
JESÚS “ejerció” como Maestro para todo aquel que estuvo dispuesto a
escucharle.
Y utilizo el
término MAESTRO en el sentido etimológico de la palabra, según una de las
descripciones más generalista de la Real Academia
Española:
“Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene
título para hacerlo”
Según mi
criterio, (simplificando bastante),
JESÚS aportó básicamente tres tipos de enseñanzas:
·
“La manera de ser feliz
individualmente”
·
“La forma de ser felices
colectivamente”
·
“El modo de construir, entre todos,
un mundo mejor”
El Maestro anunció sus enseñanzas
bien directamente o mediante ejemplos, fábulas, cuentos, alegorías o parábolas,
todas ellas muy sencillas y claras, algunas de ellas de una espléndida
hermosura.
Recordemos algunos casos:
1.
JESÚS aconseja directamente a sus discípulos, y a todos nosotros, que
vivamos sosegados, tranquilos, apacibles, sin los agobios que produce la búsqueda de las
una y mil cosas que perseguimos en la vida, sin saber bien por qué ni para qué:
No
andéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer o a beber,
ni
por el cuerpo, pensando con que os vais a vestir.
¿No
vale más la vida que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?
(Mateo
6 , 25-34)
Las
dos primeras líneas, afirmación que puede inducir a pensar que JESÚS propone “cierta irresponsabilidad” respecto de las mínimas obligaciones para con
nosotros mismos y con nuestros más allegados, se aclara inmediatamente al poner
por delante de las “cosas”, la propia vida.
Y
sigue proponiendo una preferencia en sus objetivos: extender la justicia:
Ya
sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero
que reine su justicia,
y
todo lo demás se os dará por añadidura.
(Mateo
6, 25-34)
¡Cuestión de prioridades en la vida!
Y termina su
amplia exhortación con una muy sabia reflexión, que hoy podría sugerir un buen
psicólogo de nuestra actualidad:
Así
que no os preocupéis por el mañana,
porque
el mañana traerá su propio agobio.
Cada
día tiene bastante con su propia inquietud y sus propios disgustos.
O sea…..¡¡Cuidado
con el infarto!!
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2. En otra ocasión en la que JESÚS va de visita
a casa de su amigo Lázaro y de sus
hermanas
Marta y María, aconseja a Marta serenidad y sosiego:
María se sentó a los pies del Señor para escuchar sus
palabras,
mientras que Marta estaba muy atareada en muchos quehaceres……
Hasta que se paró delante de JESÚS y le dijo:
Señor:
¿No te importa que mi hermana me deje sola con tanto trabajo? Dile que me eche
una mano.
El Señor le respondió:
Marta,
Marta. Te afanas y preocupas, andas inquieta y nerviosa
por
muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor de una sola……..
(Lucas 10,
38-42)
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3. Quizás la verdadera aclaración a estas
propuestas está en la breve frase del Maestro, recogida
en el mismo texto del punto uno,
en las dos versiones, de Mateo y de Lucas:
¿Y
quien de vosotros a fuerza de agobiarse y por más que
se
preocupe, podrá añadir una hora
al tiempo de su vida?
(Mateo
6, 25-34)
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Instruye
asimismo acerca de la generosidad, fuente de felicidad personal y de
medida para la construcción de un mundo mejor en el que todo se puede
compartir:
Al
que te quite la capa, déjale también la túnica.
A
quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos.
Al
que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
A
todo el que te pide, dale.
(Mateo
5, 38-42)
Y avanza un
paso más para darnos la fórmula magistral de la convivencia:
Así,
pues, tratad a los demás
como
queráis que ellos os traten a vosotros.
(Lucas
6, 29-30)
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4.
Si pensábamos que esto es todo, nos quedamos
cortos. JESÚS impresiona y desconcierta con un planteamiento, no menos
sorprendente en aquella sociedad tosca y dura que en la actual civilización, en
la que no escasea el egoísmo y la insolidaridad, por no hablar de los
conflictos, enfrentamientos y guerras de todo tipo:
Habéis oído lo mandado:
“Amarás
a tu prójimo…... y odiarás a tu enemigo”
Pero, en cambio, a vosotros que me escucháis os digo:
Amad
a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,
para
ser hijos de vuestro Padre del cielo,
que
hace salir su sol sobre malos y buenos
y
manda la lluvia sobre justos e injustos.
Si
queréis sólo a los que os quieren, ¿Que mérito tenéis?
¿No
hacen eso mismo también los descreídos?
Y
si mostráis afecto sólo a vuestra gente,
¿que
hacéis de extraordinario?
¿No
hacen eso mismo también los paganos?
Y
si prestáis solo cuando esperáis cobrar, ¡vaya generosidad!
También
los descreídos se prestan unos a otros
con
intención de cobrarse.
¡No!
Amad a vuestros enemigos,
haced
el bien y prestad sin esperar nada.
(Mateo
5, 43-47)
Difícil,
¿Verdad?
Pero, ahí
está, dicho por JESÚS y escrito en su biografía.
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5.
Y lo fáciles que somos a la crítica, que en
fin de cuentas es la incomprensión explícita con el que no piensa como
nosotros…..pero a sus espaldas. En
este sentido JESÚS sigue afinando la
exigencia, modulando cada vez más el corazón del hombre justo:
No juzguéis y no
seréis juzgados.
no condenéis y no
seréis condenados.
(Lucas
6, 27-36)
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6.
Y cuando a pesar de todo se produzcan
desavenencias entre hermanos, sean de sangre o no, cuando se originen
conflictos entre los hombres, todos hermanos de una misma especie que puebla la
tierra, JESÚS es bien explícito en referencia al PERDÓN:
Entonces se adelantó Pedro y le preguntó:
-Señor,
y si mi hermano me sigue ofendiendo,
¿Cuántas
veces lo tendré que perdonar? ¿Siete veces?
JESÚS le contestó:
-Siete
veces no. Setenta veces siete.
(MATEO
18,15-32)
Texto expresado también muy
rotundamente en la versión de Lucas:
Si
tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.
Si
te ofende siete veces al día y vuelve siete veces a decirte:
¡Lo siento!
lo
perdonarás.
(LUCAS
17,3)
Difícil,
¿Verdad?
Pero, ahí
está.
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7.
Ya lo hemos comentado ampliamente en el Capítulo
6, pero creo debemos recordarlo aquí, en esta Conclusión
y en relación con el perdón, procedimiento y recurso para crear
un mundo mejor: me refiero al gesto supremo de JESÚS, a la grandeza del perdón
respecto de sus asesinos:
Cuando llegaron al lugar llamado Calvario,
le crucificaron allí,
y a los dos malhechores, uno a la derecha
y otro a la izquierda.
JESÚS decía:
-Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen.
(Lucas
23, 26.43)
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En relación con
la grandeza del perdón y la alegría que ejercerlo provoca, siento especial
admiración por la parábola del hijo
pródigo, expresión magistral del amor del padre, que respeta el deseo de
emancipación del hijo y sabe acogerle cuando aquel “se encuentra
perdido”
……….. Cuando se lo había gastado todo vino
un hambre terrible
en aquella tierra y empezó él a pasar
necesidad…………….
Entonces se puso en camino para casa de su
padre.
Su padre lo vio de lejos y se enterneció.
Salió corriendo, se le echó al cuello y lo
cubrió de besos.
El hijo empezó a decir:
-Padre,
he ofendido a Dios y te he ofendido a ti;
ya
no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre les mandó a los criados:
-Sacad
en seguida el mejor traje y vestidlo;
ponedle
un anillo en el dedo y sandalias en los pies………….
Celebremos
un banquete, porque este hijo mío se había muerto
y
ha vuelto a vivir; se había perdido y se le ha encontrado.
(Lucas,15,
11-32)
Podríamos, en fin, seguir recorriendo textos y
poniendo ejemplos de las hermosas enseñanzas que impartió JESÚS con el fin de
aportar, (como decía al principio),
fórmulas para la felicidad individual y colectiva, pero de todo ello hablaremos
ampliamente en la Tercera Parte
de la obra: “EL MAESTRO”.
Para terminar esta reflexión limitémonos a recordar
la recomendación máxima, única y definitiva del Maestro a los suyos de
entonces…….y de siempre:
Amaos
unos a otros igual que yo os he amado
Amaos
también entre vosotros.
En
esto conocerán que sois discípulos míos,
en
que os amáis unos a otros.
(Juan
15,12—13, 31-35)
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