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sábado, 5 de octubre de 2013

Una LICENCIA NARRATIVA





 “Como excepción”

En las Biografías de JESÚS es muy poco lo que hace referencia a MARÍA, su madre.


La totalidad de ella está explicitada en la PRIMERA PARTE de nuestro libro:


Pero sin duda alguna ocurrirían otros muchos acontecimientos que no están recogidos ahí.


En otro de nuestros libros,



hemos recordado el episodio más penoso descrito por los evangelistas acerca de la presencia de María en la biografía de JESÚS, y sin duda la experiencia más dolorosa de toda su existencia:

MARIA sufriendo al pie de la cruz la muerte trágica del hijo.


Pues bien: nos resistimos a considerar que ahí terminó todo para la Madre, no creemos que esa dolorosa escena fuese la última que vivió María en contacto con su hijo amado; la angustia y la desolación de su muerte, de su trágico final.


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Es bien cierto que habíamos decidido que estos libros pretendiesen exclusivamente recordar y analizar todo lo que acerca de la MADRE de JESÚS de NAZARET se describiese en los Evangelios, tomados casi como exclusiva referencia para nuestro objetivo.

Y es también cierto que en orden a las condiciones básicas del conjunto de estos trabajos pensamos que no nos hemos apartado hasta aquí ni una línea de lo allí escrito y descrito, sin interpretaciones personales, ni teorías propias acerca de lo que ocurrió realmente.

Solamente pretendemos mirar, (y también admirar), con ojos propios, los episodios allí narrados, y en líneas generales creemos haber sido fieles a ello.

Sin embargo, llegados a este punto nos vamos a permitir una licencia”, por supuesto la única, al intentar adivinar hechos que pudieron ocurrir, pero que no están descritos, y que, por lo tanto, pudieron asimismo, no haber ocurrido.

Es la primera vez que acudimos a una narrativa imaginativa o interpretativa y no meramente descriptiva.

La tentación de “adivinar” algún acontecimiento “posible” es muy fuerte.


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Veamos:


Nos hacemos la siguiente pregunta:


Si JESÚS, después de resucitado, se apareció varias veces a sus Once amigos cercanos, y a otros discípulos, y a varias mujeres…………

¿No se presentaría también a su Madre?
Y quizás, ¿no “visitaría” a MARÍA, su Madre, la primera de todos, con prioridad, con urgencia?

Un hombre de la extraordinaria sensibilidad tan bien descrita en las biografías, y que todo estaba en “su poder”……

¿Podía dejar a su Madre más de tres días sumida en la desolación, la tristeza, el desamparo y la soledad que deja la muerte de un hijo……pudiendo reconfortarla, alegrarla, iluminarla, transformarla con una simple visita, como hizo a los demás……..y varias veces?



Un hombre que siente pena por la viuda de Naín ante la muerte del hijo único, que ya llevan a enterrar, y sin que nadie se lo pida, simplemente por ternura y por lástima, como dice el texto, lo resucita y se lo entrega a su madre, devolviéndole la alegría, la felicidad y la esperanza,


¿Va a dejar a su propia Madre sin la alegría de su presencia, de su visita,
de su verdadera conversación, una vez nuevo, resucitado, triunfante?



Un hombre que se presenta a sus amigos, tristes, temerosos, taciturnos y deprimidos, y los saluda con su habitual vitalidad:


La paz sea con vosotros…..

No os asustéis, miradme, soy yo, yo mismo……
 ¿Os cuesta creerlo?       Dadme algo de comer.



Y come con ellos, como tantas veces ha hecho en vida, y les habla y les reconforta…


¿Un hombre así, por muy misterioso y sobrenatural que sea, pero hombre al fin,
¿no se sentaría a la mesa también con su Madre,
como tantos días habría hecho en Nazaret, año tras año,
a lo largo de toda una vida,
y habría conversado con ella
y le habría transmitido la sorprendente culminación de su destino?



El proyecto de Dios ha terminado……con éxito. La Redención de la humanidad se ha consumado. El Hijo ha resucitado, ha triunfado de la muerte y comienza una nueva etapa:

—“Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra”.

Id y haced discípulos de todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo”.
(Mateo, 18, 16-28)



¡¡Qué no le diría a María, en relación a todos estos misterios, recordando las conversaciones mantenidas entre Madre e hijo a los 5 años, a los 10, a los 20, a los 25 años …..!!



Un hombre intensamente preocupado porque uno de los suyos, Tomás, crea que todo ha terminado bien, (según ÉL había anunciado), y, que ahora todo lo nuevo empieza……. Y se presenta a él delante de los demás y se esfuerza:


“Luego se dirigió a Tomás”:

“Aquí están mis manos, acerca el dedo.
 Trae la mano y pálpame el costado.
 No seas desconfiado. Ten fe”.


Un hombre así, que tanto se preocupa por la felicidad, la alegría renovada y el reconocimiento de uno más de los suyos, Tomás, que a partir de ese momento viviría hasta el final de sus días realmente transformado con esta experiencia,


¿Se va a olvidar de su madre que lo tuvo en sus brazos cuando nació
y lo tuvo de nuevo en sus brazos cuando murió…..?



No. Realmente, para nosotros, la primera presencia del JESÚS resucitado sería para su Madre. Y sin duda alguna, no fuese la única vez que se presentó a ella.


Si María mereció recibir la visita del ángel Gabriel, para ser informada, (la primera persona de entre toda la humanidad), de los misteriosos acontecimientos relacionados con el nacimiento y la vida del Hijo de Dios, de Dios en la tierra:


Tranquilízate, no temas María,
porque has hallado gracia delante de Dios.

Vas a concebir y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre JESÚS. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo........Reinará para siempre y su reinado no tendrá fin.”
(Lucas, 1, 26-38)

¿No va a ser visitada por su hijo JESÚS, triunfante de la muerte,
para anunciarle con su presencia, y su compañía y su diálogo,
el triunfo del proyecto de Dios en la tierra,
que ya le había adelantado vagamente Gabriel treinta y tres años antes?


NO. Ese hombre, ese JESÚS/Hombre, hijo de María, nunca podría ser el JESÚS de NAZARET que llevamos descubriendo a lo largo de la lectura de su biografía desde hace varios meses, y al analizar la sorprendente sensibilidad, bondad y amor demostrados hacia los suyos y hacia toda la humanidad.


Se nos puede decir, y quien lo diga tiene toda la razón y el derecho a decirlo, que esto es una licencia puramente personal, sin ninguna base en la realidad biográfica.


Y estará en lo cierto.


Los biógrafos nada dicen de ello.

Pero, Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron lo que vieron o les dijeron otros que lo vieron. De ahí, según nuestro criterio, el valor de sus escritos.

Pero si, según nuestra hipótesis, JESÚS resucitado visitó a su Madre, ¿Quién se lo habría contado a esos biógrafos?  ¿La propia MARÍA?   Porque, si no fue la propia Madre del Maestro, no podían tener ninguna referencia.

Pues bien: la permanente discreción de María demostrada en todos los episodios en los que se habla de ella en los Evangelios no parece avalar la posibilidad de que fuese contando a todos tales encuentros con el Hijo, como, por el contrario, fue el caso de los discípulos de Emaús o el de la propia María Magdalena u otros discípulos.

Las cosas que vivió María en la experiencia de esa reducida familia las mantenía y las meditaba exclusivamente en su interior, como es el caso ya narrado del extravío del niño en Jerusalén:


………Los padres de JESÚS no comprendieron lo que quería decir.

JESÚS bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello.

JESÚS iba creciendo en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres.
(Lucas 2, 41-52)


Pues, por lo mismo, el hecho reconfortante del misterio de JESÚS resucitado, si se le hizo patente y la consoló del dolor de madre que ha visto crucificar a su hijo y lo ha recogido en sus brazos una vez muerto y bajado de la cruz, también “lo guardaría” para ella en su corazón, dentro de esa discreción manifestada a lo largo de toda su vida.



Por otra parte, las biografías de JESÚS son la descripción breve, escueta y lacónica del drama (o tragedia) de JESÚS de NAZARET, y el testimonio escrito que ellos quisieron dar del misterio del CRISTO, el Hijo de Dios vivo. Pero esas biografías no son la narración de una novela, ni siquiera novela histórica, y por lo tanto, parece normal que los biógrafos no se detengan, (si es que lo sabían, que no lo podían saber, como hemos deducido), en esos tiernos momentos de relación Madre/Hijo, después de la muerte y resurrección…..aparte de que, como hemos comentado, probablemente, si ocurrió como nos permitimos libremente conjeturar, no constituirían noticia.


Lo cierto es que esta pequeña licencia nos reconforta, (cada vez más adentrados en la vida de aquellos personajes, JESÚS, su MADRE, sus Amigos……), porque nos asegura que los últimos años de la vida de MARÍA serían diferentes a los momentos de gran amargura soportada durante toda la Pasión, la Muerte de JESÚS y los tres días siguientes.


En conclusión, queremos creer que para la Madre, esta historia trágica tuvo un final feliz.



Y pensamos que con ello, ni quitamos ni ponemos valor adicional al misterio de esa existencia del Hijo de Dios, pero nos aseguro la gran calidad humana del JESÚS, que hemos querido analizar, y pensamos haber podido reflejar, en esta Primera Parte:

MARÍA en los Evangelios


Primera Parte del libro,



 que con estas reflexiones personales termina aquí.





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