Evangelii
Gaudium --- (Serie IV)
16
El individualismo
posmoderno y globalizado
favorece un estilo de
vida
que
debilita el desarrollo
y la estabilidad de
los vínculos entre las
personas,
y que
desnaturaliza los
vínculos familiares.
La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que
la relación con nuestro
Padre
exige y
alienta una comunión
que sane,
promueva y afiance los vínculos interpersonales.
Mientras en el mundo, especialmente en algunos países,
reaparecen diversas formas
de guerras y enfrentamientos,
los cristianos insistimos en nuestra propuesta
de reconocer
al otro, de sanar las heridas,
de construir puentes,
de estrechar lazos y de
ayudarnos “mutuamente a
llevar las cargas” (Ga 6,2).
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17
Nuestro dolor y nuestra vergüenza
por los pecados de algunos miembros de la Iglesia ,
y por los propios,
no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor:
Ø ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz
en precarios
hospitales,
Ø
o acompañan personas
esclavizadas por diversas adicciones
en los lugares más
pobres de la tierra,
Ø se desgastan en la educación de niños y jóvenes,
Ø cuidan ancianos abandonados por todos,
Ø tratan de comunicar valores en ambientes hostiles,
Ø se entregan de muchas otras maneras
que muestran ese inmenso amor a la humanidad
que nos ha inspirado el Dios hecho hombre.
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18
La cultura mediática y algunos ambientes intelectuales
a veces
transmiten una marcada
desconfianza
hacia el mensaje de la Iglesia ,
y un cierto
desencanto.
Como consecuencia,
aunque recen,
muchos agentes
pastorales desarrollan
una especie de complejo de inferioridad
que les lleva a relativizar u ocultar
su identidad cristiana y sus
convicciones.
Se produce entonces un
círculo vicioso,
porque así no son
felices con lo que son y con lo que hacen,
no se sienten
identificados con su misión evangelizadora,
y esto debilita la
entrega.
Terminan ahogando su
alegría misionera en una especie de obsesión por ser como todos
y
por tener lo que poseen los demás.
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19
Una de las tentaciones más serias
que ahogan el fervor y la
audacia
es la
conciencia de derrota
que nos
convierte en
pesimistas quejosos y desencantados
con cara de vinagre.
Nadie puede emprender una lucha si,de antemano,
no confía plenamente en el triunfo.
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20
El ideal cristiano siempre invitará a
superar la sospecha,
la desconfianza permanente,
el temor a ser invadidos,
las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual.
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